La vida en el monasterio transcurre dentro de la sencillez y lo cotidiano de la vida, vivido en la presencia de Dios, con su amor y en su amor, buscando cumplir su voluntad en todos los momentos del día.
Durante el día, las hermanas dedican también unas horas al trabajo comunitario, con el que cooperan al perfeccionamiento de la creación, se asocian a la obra redentora de Cristo, ganan el sustento para la vida y ayudan a los pobres.
Todas nuestras actividades en el monasterio se realizan en un clima de silencio que facilita la escucha del Señor, la oración el orden, la paz y la unidad de la persona para el encuentro con Dios.
La vida en el monasterio transcurre dentro de la sencillez y lo cotidiano de la vida, vivido en la presencia de Dios, con su amor y en su amor, buscando cumplir su voluntad en todos lo momentos del día.
Nuestra principal tarea y ocupación como contemplativas es la oración, tanto comunitaria como personal, ella impregna todos los momentos de la jornada
La vida litúrgica es central en nuestras comunidades, siendo el eje de todo la celebración gozosa de la Eucaristía. La liturgia de la Horas, oración de la iglesia que, unida en un solo corazón, alaba a Dios Trinidad, va santificando las distintas horas del día y llenándolas de una presencia, Cristo, a quien consagramos nuestras vidas en comunión con María que, para la concepcionista, se constituye en Madre, maestra y modelo de vida, obligándonos a vivir sus actitudes en el seguimiento de Cristo.
La oración a lo largo de la jornada se hace alabanza, adoración, súplica, intercesión, acción de gracias que presentamos al Padre por su Hijo en el Espíritu, en favor de nuestros hermanos los hombres.
Durante el día, las hermanas dedican también unas horas al trabajo comunitario, con el que cooperan al perfeccionamiento de la creación, se asocian a la obra redentora de Cristo, ganan el sustento para la vida y ayudan a los pobres.
Porque el deseo de toda concepcionista ha de ser tener el Espíritu del Señor y hacerse un solo espíritu con Cristo y su Madre Inmaculada, las hermanas dedican durante la jornada un tiempo para la formación, por la que buscan crecer en perseverancia y fidelidad en el amor, profundizando en la propia vocación contemplativa. En la fotografía de la derecha, algunas religiosas en una charla de formación. En la fotografía del centro, algunas religiosas en una charla de formación.
Todas nuestras actividades en el monasterio se realizan en un clima de silencio que facilita la escucha del Señor, la oración, el orden, la paz y la unidad de la persona para el encuentro con Dios.
Todas nuestras actividades en el monasterio se realizan en un clima de silencio que facilita la escucha del Señor, la oración el orden, la paz y la unidad de la persona para el encuentro con Dios. Esto no impide para que en nuestras comunidades haya un espacio para la recreación comunitaria, donde las hermanas comparten las alegrías y preocupaciones. En la fotografía de la derecha, las hermanas de la comunidad comparten unos momentos de conversación, en el claustro, a la entrada de la sala de labor.
Para una concepcionista la jornada no termina, se prolonga aún durante el descanso de la noche, pues el corazón siempre está en vela, y el descanso se hace alabanza y adoración en unión con Cristo y María.